En un entorno marcado por la volatilidad económica, las empresas del mercado medio estadounidense —aquellas con ingresos entre 100 y 1.000 millones de dólares— continúan utilizando el crédito como herramienta estratégica, aunque con cautela. Según el informe “Préstamos en tiempos de incertidumbre”, elaborado por PYMNTS como parte del Proyecto Certeza 2025, la mitad de las compañías que operan en condiciones estables emplean financiamiento principalmente para crecer, ya sea acumulando inventario o expandiendo operaciones.
El estudio, basado en entrevistas a 60 ejecutivos de pagos, revela que la elección del tipo de préstamo está más vinculada a la confianza en la gestión interna que a la disponibilidad de crédito. En ese contexto, los préstamos bancarios tradicionales siguen siendo la opción dominante, especialmente en escenarios de alta incertidumbre, donde la previsibilidad de tasas y plazos resulta clave.
Aunque los préstamos integrados —aquellos que se ofrecen directamente en plataformas digitales como e-commerce o software contable— prometen agilidad y comodidad, su adopción aún es limitada. Solo el 20% de las empresas encuestadas los prefieren, y ese porcentaje cae al 7% entre las compañías que enfrentan mayor incertidumbre. En contraste, el entusiasmo por esta modalidad alcanza el 32% entre las firmas con operaciones más estables.
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Las motivaciones detrás de cada elección también difieren. Las empresas bajo presión valoran la rapidez en la aprobación como principal ventaja de los préstamos integrados, mientras que aquellas en situación más tranquila priorizan la optimización del flujo de caja y la reducción de trámites.
El informe destaca una tensión estructural en el endeudamiento corporativo: la velocidad de los préstamos integrados puede percibirse como una amenaza a la transparencia, especialmente para ejecutivos acostumbrados a marcos normativos claros. Esta percepción obliga a los prestamistas digitales a replantear sus estrategias, adaptando sus productos no solo al tamaño o sector de la empresa, sino también a su nivel de certidumbre operativa.
Además, el contexto industrial influye en el comportamiento financiero. Las empresas productoras de bienes, más expuestas a aranceles y disrupciones en la cadena de suministro, recurren al crédito por necesidad. En cambio, las del sector servicios, en entornos más estables, lo utilizan como apalancamiento estratégico.
A pesar del avance de las soluciones digitales, las finanzas tradicionales mantienen su peso. Su capacidad para ofrecer límites de crédito amplios y plazos extendidos sigue siendo valorada, y su influencia no parece disminuir en el corto plazo. La adopción de préstamos integrados dependerá de que los proveedores logren cerrar la brecha de confianza, combinando velocidad con seguridad.
Por ahora, el endeudamiento en el mercado medio se mueve entre la experimentación cautelosa y la preferencia por estructuras conocidas. En tiempos de incertidumbre, los bancos siguen siendo el pilar sobre el que se construyen las decisiones financieras más relevantes.