Instagram ha dado un giro significativo en su política de transmisiones en vivo, imponiendo nuevas condiciones que limitan el acceso a esta función a una porción más selecta de usuarios. A partir de 2025, solo quienes tengan cuentas públicas y al menos 1.000 seguidores podrán iniciar un Instagram Live, dejando atrás el modelo más abierto que permitía a cualquier usuario con una cuenta activa de más de 30 días transmitir en tiempo real.
La nueva medida, ya vigente en dispositivos Android e iOS, ha generado inquietud entre creadores emergentes y usuarios que utilizaban los Live para interactuar con pequeñas comunidades o compartir momentos personales. Al intentar iniciar una transmisión sin cumplir los requisitos, la aplicación muestra un mensaje claro: “Solo las cuentas públicas con 1.000 seguidores o más podrán crear videos en vivo”.
Este cambio representa una barrera para quienes están comenzando a construir audiencia, y plantea interrogantes sobre la democratización del contenido en redes sociales. En un entorno donde la visibilidad es clave, limitar el acceso a herramientas de interacción puede afectar la diversidad de voces presentes en la plataforma.
Para quienes sí cumplen con los nuevos criterios, el proceso para iniciar un Live sigue siendo el mismo:
Durante la transmisión, el creador puede gestionar la participación de invitados, eliminarlos si lo considera necesario, y recibir solicitudes de espectadores que deseen unirse. Es importante que las cuentas invitadas sigan al anfitrión para poder participar.
Una vez finalizado el Live, Instagram ofrece varias herramientas para conservar y compartir el contenido:
Cabe destacar que los videos compartidos como repetición no forman parte de la sección de reels, aunque podrían aparecer allí si se indica. Además, no es posible editar ni acortar el video antes de publicarlo como replay, lo que limita las opciones de postproducción.
Desde una mirada regional, este cambio en Instagram refleja una tendencia creciente hacia la profesionalización del contenido digital. Si bien puede interpretarse como una estrategia para elevar la calidad de las transmisiones, también plantea desafíos para los creadores independientes en América Latina, donde el acceso a grandes audiencias no siempre es inmediato.
La medida podría incentivar a los usuarios a enfocarse en el crecimiento de sus comunidades antes de acceder a herramientas avanzadas, pero también corre el riesgo de excluir voces auténticas que enriquecen el ecosistema digital. En un contexto donde las redes sociales son espacios clave para la expresión cultural, la inclusión tecnológica sigue siendo un tema central.
Esta publicación fue modificada por última vez el agosto 5, 2025 9:30 am