Categorías: Trends y estudios

Biochips con neuronas vivas marcan el inicio de una nueva era en IA

Publicado por
Bethania García Briceño

Una revolución tecnológica se gesta en los laboratorios de la Universidad Johns Hopkins y en startups como la suiza FinalSpark, donde científicos trabajan en el desarrollo de biochips que integran neuronas vivas con circuitos electrónicos. Esta innovación promete transformar el futuro de la inteligencia artificial (IA) al ofrecer una alternativa más eficiente y menos demandante en consumo energético que los chips de silicio tradicionales.

El concepto de inteligencia organoide, acuñado por el investigador Thomas Hartung, describe la fusión entre organoides neuronales —estructuras tridimensionales de células cerebrales cultivadas en laboratorio— y algoritmos de aprendizaje automático. Esta combinación busca replicar la eficiencia del cerebro humano, permitiendo procesar información con menor gasto energético.

Según proyecciones de expertos, la demanda energética de la IA podría duplicarse en los próximos cinco años, alcanzando el 3 % del consumo eléctrico global. En ese contexto, los biochips emergen como una solución viable para contener el crecimiento exponencial de esta demanda.

Uno de los avances más destacados proviene del equipo liderado por David Gracias, profesor de ingeniería química y biomolecular en Johns Hopkins, que desarrolló un biochip con una cúpula tridimensional de electroencefalograma. Esta arquitectura permite una estimulación más precisa del organoide y una comunicación más profunda entre el tejido vivo y el hardware.

Lea también: Asistentes de compra con IA: jóvenes lideran el interés, pero la confianza sigue siendo un reto

Durante el entrenamiento, los investigadores aplican pulsos eléctricos y refuerzan patrones de actividad con dopamina, neurotransmisor vinculado a la recompensa. Una vez que el organoide asimila un patrón, puede controlar acciones físicas, como dirigir un vehículo robótico en miniatura. Este método de neuromodulación abre posibilidades para aplicaciones en reconocimiento facial, toma de decisiones automatizadas y robótica avanzada.

Además de sus implicancias en IA, los biochips tienen un potencial biomédico significativo. El grupo de Gracias desarrolla organoides que simulan enfermedades neurológicas como el Parkinson, lo que permite probar fármacos y estudiar el deterioro cognitivo sin recurrir a modelos animales. Esta capacidad podría acelerar el desarrollo de tratamientos y mejorar la comprensión de trastornos complejos.

Sin embargo, el camino hacia la adopción industrial de los biochips enfrenta desafíos. Estos dispositivos requieren condiciones estrictas de mantenimiento, como control de temperatura, suministro de nutrientes y eliminación de residuos. También presentan dificultades técnicas como la latencia neuronal, el ruido en las señales y la complejidad del entrenamiento, lo que limita su viabilidad en tareas de inferencia en tiempo real.

En el ámbito empresarial, FinalSpark ha desarrollado un biochip capaz de almacenar datos en neuronas vivas, lo que denomina un “bio bit”. La empresa planea ofrecer bioservidores accesibles de forma remota en la próxima década, con el objetivo de igualar la capacidad de procesamiento de los chips digitales y multiplicar su eficiencia energética. No obstante, la programación de neuronas exige enfoques radicalmente distintos, lo que representa uno de los mayores retos técnicos.

David Gracias considera que, pese a los obstáculos, el acceso al mercado podría darse más rápido de lo previsto. Aunque reconoce que se necesita mayor respaldo financiero para escalar la tecnología, no identifica barreras insalvables para su implementación.

Mientras el debate sobre si los biochips complementarán o reemplazarán a los procesadores de silicio sigue abierto, lo cierto es que su desarrollo responde a una necesidad urgente: encontrar soluciones sostenibles para una IA cada vez más presente en nuestras vidas.

¿Te gustó este post?

Esta publicación fue modificada por última vez el agosto 12, 2025 9:31 am

Bethania García Briceño

Licenciada en Comunicación Social, especializada en el área de Comunicaciones Corporativas y Periodismo. Además, un diplomado de Libertad Expresión auspiciado por la UCAB y la SIP. Cinco años en el periodismo y cuatro en marketing digital.

Publicado por
Bethania García Briceño