La promesa de recibir productos en minutos, no en días, ha dejado de ser una expectativa futurista para convertirse en una exigencia cotidiana en las principales ciudades de América Latina. En este nuevo paradigma, los dark stores —almacenes cerrados al público diseñados exclusivamente para despachar pedidos digitales— se han consolidado como piezas clave en la evolución del Quick Commerce, un modelo que redefine la última milla y la experiencia del cliente.
Desde su auge durante la pandemia, estas microinfraestructuras han proliferado en zonas urbanas densas, permitiendo a empresas de retail, supermercados, farmacias y tiendas de conveniencia responder con agilidad a una demanda cada vez más inmediata. Su ubicación estratégica reduce los tiempos de transporte y optimiza la preparación de pedidos, eliminando procesos presenciales y acelerando la cadena de valor.
Pero la infraestructura por sí sola no basta. La eficiencia del modelo depende de soluciones tecnológicas como QuickCommerce, desarrollada por DispatchTrack, que integra pedidos en tiempo real, coordina múltiples almacenes, optimiza rutas y garantiza trazabilidad total. “La tecnología de última milla permite automatizar la asignación de repartidores, monitorear entregas en tiempo real y mejorar la rentabilidad sin sacrificar la experiencia del cliente”, explica Nicolás García, Head of Sales de SOLA para DispatchTrack.
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El impacto económico de esta transformación es contundente. Según Fortune Business Insights, el mercado global de e-commerce alcanzó los 170.800 millones de dólares en 2024 y se proyecta que supere los 337.000 millones en 2032, con una tasa de crecimiento anual del 9 %. En paralelo, Sikka y Asociados estima que para finales de 2025, al menos el 25 % de los pedidos digitales en zonas urbanas se despachará desde dark stores, lo que podría reducir hasta en un 40 % los costos logísticos de última milla.
Esta sinergia entre infraestructura urbana y plataformas inteligentes no solo mejora la eficiencia operativa, sino que permite a las marcas diferenciarse, fidelizar clientes y consolidar su competitividad en un entorno digital cada vez más exigente. Como señala García, “las entregas ultrarrápidas llegaron para quedarse y son parte de una nueva era del comercio electrónico, donde agilidad, sostenibilidad y rentabilidad deben ir de la mano”.
En este contexto, los dark stores dejan de ser una solución táctica para convertirse en un componente estructural del retail moderno, marcando el inicio de una revolución silenciosa que transforma la forma en que consumimos, nos conectamos y recibimos productos en la ciudad.