La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una promesa futurista para convertirse en una herramienta cotidiana en la vida académica de los universitarios peruanos. Desde la redacción de ensayos hasta el análisis de datos complejos, su uso se ha extendido con rapidez. Sin embargo, esta adopción acelerada no ha ido acompañada de una formación adecuada, lo que genera una brecha preocupante entre el acceso a la tecnología y la capacidad real para aplicarla en el mundo laboral.
El 1° Reporte Nacional sobre IA en la Educación Superior, elaborado por la edtech peruana uDocz, revela una paradoja inquietante: aunque el 95 % de los estudiantes ya utiliza IA y el 88 % afirma conocerla, solo el 21 % se siente preparado para aplicarla profesionalmente. Esta cifra pone en evidencia una desconexión entre el entusiasmo tecnológico y la preparación institucional.
Más allá del uso cotidiano, los estudiantes reconocen que la IA ha mejorado sus competencias digitales (63 %), su autonomía de aprendizaje (59 %), su pensamiento crítico (48 %) y su creatividad (47 %). Sin embargo, el acceso desigual y la falta de orientación académica han generado una percepción negativa: seis de cada diez universitarios creen que la IA puede profundizar las desigualdades educativas si no se gestiona con responsabilidad.
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Carlos Effio, fundador y CEO de uDocz, advierte que esta situación representa una oportunidad para las universidades: “Solo la mitad de los jóvenes se siente realmente capacitado para usar estas herramientas con eficacia en el ámbito académico, y apenas un 21 % se considera bien preparado para integrar la IA en su futuro profesional. Las instituciones deben incorporar herramientas y formación transversal para estudiantes y docentes”.
La demanda estudiantil es clara. Un 74 % exige programas formativos más sólidos que incluyan ética digital, pensamiento crítico y habilidades aplicadas al entorno laboral. Frente a ello, el 66 % considera insuficiente la integración actual de la IA en sus universidades, y un 23 % la rechaza directamente por falta de claridad y acompañamiento.
El informe también pone la lupa sobre el rol docente. Nueve de cada diez profesores han utilizado IA en algún momento, pero solo un 8 % la ha integrado como parte central de su metodología. La falta de tiempo y capacitación limita su potencial, aunque los beneficios son evidentes: el 74 % valora el ahorro de tiempo, el 73 % la mejor organización de la carga laboral, y el 68 % destaca la calidad de los materiales didácticos generados con IA.
Effio subraya que el verdadero desafío no es tecnológico, sino pedagógico: “La IA no es solo una herramienta, es un motor de transformación. El docente debe ser el eje de esta revolución, capacitado y empoderado para garantizar una educación inclusiva, innovadora y profundamente humana”.
El estudio concluye con una advertencia y una hoja de ruta. La IA puede convertirse en una palanca de inclusión y calidad educativa, o en un nuevo factor de desigualdad, dependiendo de cómo se implemente. Para evitar que esta revolución tecnológica se convierta en un privilegio de pocos, las universidades deben actualizar sus currículos, formar a sus docentes y garantizar que todos los estudiantes, sin importar su contexto, accedan a un uso ético, crítico y efectivo de la inteligencia artificial.